La dura verdad El valor de la verdad pone en mis ojos reflejos de dolor. Quisiera entonces, serenamente hablar de los que sufren el mudo dolor de una casa de lata la desesperación de no tener agua para lavar la herida del hijo más pequeño, la incomprensión del puñal y la sangre que llaga para marcar la cara de ofensas indelebles. La anciana sucia que trabajó sesenta años y que aun pide a Dios por su juventud, el vendedor de papeles y huesos que todos los días trajina de caballo en su carrito de varas. El dolor. El mudo dolor de los que viven con el cuerpo gastado de frío y el corazón gastado de ansiedades, aferrados como el césped, sin fin ni principio, al hambre o a la resignación. Es tan dura la verdad que sólo por no morir quiero ser el poeta que la dice para un tiempo mejor. | Interrogantes El niño está dormido, pronto despertará ¿qué le diremos del mundo? ¿qué color tendrán tus ojos cuando pregunte por el mar? ¿qué le dirán mis manos cuando pregunte por el horror o el hambre de otros niños? ¿y qué dirán sus ojos cuándo después de soñarlo vean el mar? ¿qué dirán sus manos cuando absortas descubran la tristeza de otros niños? |
Escribo en el exacto momento que me queda entre tu vacilación y el tiempo. Neuman, Elías (1972). Del amor, del hijo, de la sangre. Buenos Aires, Argentina: Daniel G. Riglos Editor. | |
Susana Pintos Susana Pintos tenía diecisiete años. El paso leve, ojos fragantes y la risa asomaba cada vez que un naranjo abría su flor en primavera. La ametrallaron en la Universidad. Cuarenta balazos laceraron su cuerpo. Ella había salido con un pañuelo en alto —un pañuelo como una paloma blanca de paz— a socorrer a un compañero herido. Los policías que no sabían de pañuelos ni de palomas descargaron en su breve cuerpo, el miedo. Un odio torvo y uniformado. Después hubo un silencio total. Un repliegue del llanto, un dolor de pespunte en el corazón del pueblo. Los estudiantes silenciosamente recogieron el cuerpo y lo llevaron a contemplar las plazas, los niños, los cantos. Se hizo noche, Un ancha noche hacia el puerto del abismo. | Mujer Mujer en la tierra, estrella en la luna, madre en la simiente, esperanza en el canto, palabra y en el invierno pájaro, nido, pan. Mujer de palabras sencillas de risa suave de pechos erguidos para amar a un hombre y acunar un niño de canciones reconocidas en todas las edades. Mujer mi mujer cuando lloras crece el silencio cuando ríes florecen los girasoles. |
Inicia una nueva época nuestro blog. La línea de investigación es y será la disciplina del derecho penal. El contenido buscará un difícil equilibrio: cumplir con los requerimientos de la divulgación científica y, al mismo tiempo, conservar un carácter didáctico que permita a los amigos seguir el blog, pues no todos son abogados. Salvador Martínez y Martínez.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
La poesía de Elías Neuman
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario