miércoles, 22 de diciembre de 2010

La poesía de Elías Neuman


La dura verdad
El valor de la verdad
pone en mis ojos reflejos de dolor.
Quisiera entonces, serenamente
hablar de los que sufren
el mudo dolor de una casa de lata
la desesperación de no tener agua
    para lavar la herida del hijo más pequeño,
la incomprensión del puñal y la sangre que llaga
para marcar la cara de ofensas indelebles.
La anciana sucia que trabajó sesenta años
y que aun pide a Dios por su juventud,
el vendedor de papeles y huesos
que todos los días trajina de caballo
en su carrito de varas.
El dolor. El mudo dolor de los que viven
con el cuerpo gastado de frío
y el corazón gastado de ansiedades,
aferrados como el césped, sin fin ni principio,
al hambre o a la resignación.
Es tan dura la verdad
       que sólo por no morir
quiero ser el poeta que la dice
para un tiempo mejor.
Interrogantes
El niño está dormido,
 pronto despertará
 ¿qué le diremos del mundo?
 ¿qué color tendrán tus ojos
  cuando pregunte por el mar?
  ¿qué le dirán mis manos
  cuando pregunte por el horror o el
        hambre de otros niños? 

  ¿y qué dirán sus ojos
  cuándo después de soñarlo vean el mar?
 ¿qué dirán sus manos
 cuando absortas descubran la tristeza de otros niños?

Escribo
en el exacto momento
que me queda
entre tu vacilación
 y el tiempo.
Neuman, Elías (1972). Del amor, del hijo, de la sangre. Buenos Aires, Argentina: Daniel G. Riglos Editor.
Susana Pintos
Susana Pintos tenía diecisiete años. El paso leve,
ojos fragantes y la risa
asomaba cada vez que un naranjo
abría su flor en primavera.
La ametrallaron en la Universidad.
Cuarenta balazos laceraron su cuerpo.
Ella había salido con un pañuelo en alto
—un pañuelo como una paloma blanca de paz—
a socorrer a un compañero herido.
Los policías que no sabían de pañuelos ni de palomas
descargaron en su breve cuerpo, el miedo.
Un odio torvo y uniformado.

Después
hubo un silencio total.
Un repliegue del llanto,
un dolor de pespunte en el corazón del pueblo.
Los estudiantes silenciosamente
recogieron el cuerpo
y lo llevaron a contemplar las plazas, los niños, los cantos.

Se hizo noche,
Un ancha noche hacia el puerto del abismo.
Mujer
Mujer
en la tierra, estrella
en la luna, madre
en la simiente, esperanza
en el canto, palabra
y en el invierno
pájaro, nido, pan.

Mujer
de palabras sencillas
de risa suave
de pechos erguidos
para amar a un hombre
y acunar un niño
de canciones reconocidas
en todas las edades.

Mujer
mi mujer
cuando lloras
crece el silencio
cuando ríes
florecen los girasoles.


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