Derechos Humanos y Justicia |
Aconsejaba un profesor:
<<si a ustedes les llama la atención la idea de un autor, no lo copien
sino expresen esa idea, pero con sus propias palabras>>. Se estaba
aprendiendo a poner en práctica este consejo de la sabiduría, cuando otro
profesor se coloca en las antípodas del primero y aconseja: <<si les
gusta la idea de un autor, expresen esa idea, pero con las palabras del autor
y, por supuesto, noten la referencia>>.
Hoy se pone en práctica el
consejo de la sabiduría expresado en último término. Al cursar la Maestría en
Ciencias Penales, llamó la atención de sobremanera la presentación que de
Samuel Ramos y su libro El perfil del
Hombre y la Cultura en México (Ramos, 1979) hiciera el
criminólogo mexicano Luis Rodríguez Manzanera (Rodríguez
Manzanera , 1979, pág. 402 y ss.) .
Las siguientes son sus
palabras:
Uno de los autores que con
mayor precisión (y crueldad) ha explorado el alma del mexicano es, sin lugar a
dudas, el maestro Samuel Ramos (1897-1959).
De su obra nos ocuparemos
principalmente de El perfil del Hombre y
la Cultura en México, por su aplicación criminológica.
Rodríguez Manzanera es
psicólogo, abogado y criminólogo (aunque también se le podría calificar como
“victimólogo”). Este autor ubica a Samuel Ramos dentro de la dirección
psicológica de la Criminología e informa que los psicólogos buscan descubrir
esos móviles ocultos en los lugares más recónditos de la mente humana, y en su
inquietud constante, aportarán notables conocimientos y nuevas técnicas a la
ciencia criminológica.
Cedamos, pues otra vez la
palabra al criminólogo mexicano, pero evitando las interrupciones:
En su capítulo Psicoanálisis del mexicano [Samuel
Ramos] parte de la idea de un complejo
de inferioridad colectivo, producto de siglos de mestizaje, colonización y
dominio.
Para su análisis, el maestro
Ramos divide la población en cuatro: el indígena, el “pelado”, el citadino y el
burgués.
El “pelado” representa las
clases más menesterosas de la sociedad, “en la jerarquía económica es menos que
un proletario y en la intelectual un primitivo”, como la vida le ha sido hostil
por todos lados, su actitud ante ella es de resentimiento.
Es un individuo que lleva,
como su nombre lo indica, su alma al descubierto, sin que nada esconda en sus
más íntimos resortes.
Vive en una constante
irritabilidad que lo hace reñir con los demás por el motivo más insignificante.
El “pelado” busca la riña como un excitante para elevar el tono de su “Yo”
deprimido. “Es como un náufrago que se agita en la nada y descubre de improviso
una tabla de salvación: la virilidad”.
Este hombre, con dos
personalidades opuestas, una real y otra ficticia, oculta, que eleva el tono
psíquico de la primera, usa el “machismo” como ardid para ocultar sus
sentimientos de menor valía, agrediendo continuamente.
El indígena se aparte, y es “como un coro que asiste silencioso al
drama de la vida mexicana”.
El citadino tiene como característica clave la desconfianza, tiene una
actitud negativista, así “la vida mexicana da la impresión, en conjunto, de una
actividad irreflexiva, sin plan alguno”.
Una nota íntimamente
relacionada con la desconfianza es la susceptibilidad, “ya no espera a que lo
ataquen, sino que él se adelanta a ofender. A menudo estas reacciones
patológicas lo llevan muy lejos, hasta cometer delitos innecesarios.”
El burgués disimula de un modo completo sus sentimientos de
inferioridad, de manera que es fino y atento, con una cortesía a menudo
exagerada.
Construye una imagen conforme
al deseo de superioridad, lo que demanda una atención y un cuidado constante en
sí mismo, huyendo de su verdadero “Yo” para refugiarse en un mundo ficticio e
individualista.
Aquí, la susceptibilidad es
hacia la crítica, paralizando la autocrítica, “No admite, por lo tanto,
superioridad alguna y no conoce la veneración, el respeto y la disciplina. Es
ingenioso para desvalorar al prójimo hasta el aniquilamiento. Practica la maledicencia
con una crueldad de antropófago”.
Como puede observarse en este
apretado resumen, la obra de Ramos está llena de conceptos de gran utilidad
para la comprensión de las motivaciones
psicológicas de la criminalidad en México.
La reseña de Luis Rodríguez
Manzanera ofrece mucha materia para pensar. Pero, para los efectos del estudio
de un derecho penal intercultural, conviene retener la imagen de “[…] un coro
que asiste silencioso al drama de la vida mexicana”, los pueblos indios o,
mejor aún, la cultura indígena que hasta hace muy poco era aún una cultura
silenciosa.
En esta perspectiva —afirma Guillermo Michel—, la rebelión que nació en el
corazón de la Selva Lacandona puede ser interpretada, percibida, como una
verdadera epopeya cuyos personajes —sin nombre y sin rostro— nos invitan —desde el silencio, desde el
exilio, desde su vivir como extranjeros en su propia patria, en la nuestra— a acompañarlos en su camino,
para alcanzar justicia, libertad, democracia, pero sobre todo para hacer que se
respete nuestra dignidad de humanos (Michel, 2001, pág. 107)
Bibliografía
Larrauri, E. (2006). La herencia de la criminología
crítica. México: Siglo XXI Editores.
Le Fur, L. y. (1967). Los fines del
derecho: Bien común, Justicia, Seguridad. México: UNAM.
Michel, G. (2001). Entrelazos.
México: Universidad Autónoma Metropolitana.
Ramos, S. (1979). El Perfil del
Hombre y la Cultura en México. México: Espasa Calpe Mexicana, S. A.
Rodríguez Manzanera , L. (1979). Criminología.
México: Editorial Porrúa S. A.
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