lunes, 6 de junio de 2016

Qué hacer en la investigación jurídica

Alumnos del Doctorado en Derecho (UX)
Resumen

Aplicar a un ámbito determinado conclusiones obtenidas en otro no es posible. Por esto en la sesión del sábado pasado el grupo del Doctorado en Derecho (UX) se puso a pesar el pro y el contra de extender las conclusiones de la investigación social a la investigación jurídica. De este modo no existió extrapolación sino reflexión sobre este asunto.

Introducción

En los tiempos que corren es menester presentar las teorías jurídicas positivistas (en sentido estricto) y las teorías jurídicas “transpositivistas”, que son aquellas que aceptan la existencia de por lo menos un principio jurídico no positivo. Dentro de éstas últimas se tienen que distinguir: las teorías jurídicas que efectúan algún tipo de remisión al conocimiento de las realidades humanas como fuente de objetividad ética, a las que se denomina “iusnaturalistas” en sentido estricto; y, las teorías jurídicas que no realizan esta remisión y se limitan a proponer algún tipo de construcción racional de los principios éticos, a las que se denominan genéricamente “constructivistas”.

H. L. A. Hart (1907-1992) se convirtió en el núcleo del curso “Teorías Jurídicas Contemporáneas” del Doctorado en Derecho (UX) y esto en dos sentidos: primero, es el principal reconstructor del positivismo jurídico después de la Segunda Guerra Mundial; y, segundo, pensar en Johon Austín (1790-1859) y tras de él en Jeremías Bentham y Tomás Hobbes implica revisar la teoría de Hart.  Sin embargo, la sesión del día 4 de junio de 2016 tuvo un giro sorprendente, que se desea narrar en el presente artículo, pues, más allá de los saberes, los alumnos comenzaron a construir otros pilares de la educación que también son válidos para la educación superior, incluido el Doctorado.

Al inicio de la sesión el Profesor intentó plantear el problema acerca de que el grupo no sabía qué hacer con sus estudios del Doctorado y tampoco sabían ser investigadores. Dicho planteamiento se origina en la queja casi general de que sus actividades laborales no les permitían entregarse a los estudios como ellos quisieran y esto es verdad, pero en cuanto a que no saben “qué hacer” y que no saben “ser” eso no es certero. En los hechos mostraron saber más de lo que ellos mismos creían, por lo tanto, vale intentar narrar lo sucedido.

Aprender a hacer

La convicción dogmática de todos los que asistieron a la sesión presencial encuentra una raíz sencilla de exponer: todos y cada uno de ellos creen que el conocimiento es posible, no hay escépticos.  Esta PRESENCIA (así con mayúsculas) que no es por simple cortesía al profesor del curso, sino que es porque todos y cada uno de ellos se da cuenta de  que están ante una realidad que heredaron y que no les gusta. El apetito de saber es evidente.

No obstante, la queja sobre la cuestión laboral es solamente la punta del iceberg, lo que intentan mostrar es que los obstáculos que necesitan salvar en su carrera profesional son muchos y grandes. Justo si han llegado al Doctorado es porque quieren aprender <<un qué hacer>> y conviene dejar constancia que ya la aprendieron en gran medida, pues todos y cada uno de ellos están inmersos dentro de una experiencia jurídica –que hoy es también una experiencia educativa.

Al cuestionarles sobre el marco teórico de su investigación, ellos saben qué hacer para construir ese cuerpo de conceptos de diferentes niveles de generalidad articulados entre sí que orientan la forma de aprehender la realidad.  El Profesor intentó conjeturar sobre las teorías jurídicas de cada cual y cada cual tuvo que poner los puntos sobre la íes para precisar su qué hacer. Mejor aún, ellos ya están inmersos en una literatura relacionada con su tema y están leyendo con avidez la antología del curso.

Sí les cayó de novedad pensar en el paradigma como el nivel más general de la teoría. Pero, aceptaron con sencillez que el paradigma constituye  un conjunto de conceptos teórico-metodológicos que el investigador asume como un sistema de creencias básicas que determinan el modo de orientarse y mirar la realidad. Se quiere decir que los alumnos ya habían meditado en ese “credo” de cada uno, esos principios que no son puestos en cuestión por el investigador en su práctica cotidiana, pero que funcionaron como supuestos (o pre-supuestos) que orientaron la selección misma del fenómeno a estudiar y saben que el desafío del momento es diseñar los objetivos y establecer las metodologías para alcanzarlos. Otra cosa es que todos puedan explicitar tales pre-supuestos o pre-juicios (que no prejuicios).

Quizá no habían pensado, o no habían pensado mucho, en la teoría general constituida por un conjunto de proposiciones lógicamente interrelacionadas para explicar procesos y fenómenos y que implica una visión de la sociedad, del lugar que las personas ocupan en ellas y las características que asumen las relaciones entre el todo y las partes. Pero, si saben que es menester adoptar o construir una teoría jurídica y la verdad es que no se apocan ante este enorme desafío. Se puso en claro que la teoría sustantiva que adopten o construyan se conforma por proposiciones teóricas específicas a la parte de la realidad que van a estudiar. Hasta aquí, y es mucho, todos y cada uno de los estudiantes del Doctorado sabe qué hacer. Es verdad que aún hay una nebulosa sobre el aterrizaje de sus trabajos de investigación, pero… están comenzando sus estudios doctorales.

Aprender a ser

No resulta difícil predecir que los alumnos de este Doctorado arribaran  a realizar investigaciones metodológicas de talante cualitativo y no cuantitativo (alguno tal vez efectúe alguna investigación con metodología mixta). Pero, se asevera que no es difícil la predicción porque se aceptó y de buena gana que la máxima “No se puede ser juez y parte” tiene valor dentro del contexto de un proceso judicial, pero no se puede apelar a ella dentro del contexto de una investigación jurídica, pues el investigador es parte de la realidad que investiga y está sumergido en ella hasta el tuétano. ¡Están aprendiendo a ser investigadores en el saber de los juristas, pese a todas las adversidades!

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