Resumen
Alguna vez se
reseñó el comentario de José Benigno Zilli Mánica dedicado a la rehabilitación de las brujas y se
hizo de manera jocosa, pues al no describir el contexto histórico no se
comprende el sentido de tal rehabilitación. Hoy se reproduce el comentario
aquel y se agrega la enorme tragedia que trajo consigo el Martillo de las brujas, la primera obra de derecho penal y
criminología, derecho procesal y criminalística.
Introducción
Uno de los
elogios que se le hace a Fray Bartolomé de Las Casas es que supo mirar las
cosas de los indios como un buen antropólogo. Lo cual denota que el fraile
dominico supo comprender una cultura muy diferente a la suya o que, por lo
menos, se esforzó en hacerlo. Hoy se quiere dedicar esta Entrada a reseñar el
comentario de hace algunos ayeres, efectuado con mirada lascasiana, por Benigno
Zilli Mánica y que tituló La
rehabilitación de las brujas. Conviene comenzar con un texto nuclear:
Esta
semiclandestinidad con que operan nuestras brujas es un resabio de las
persecuciones que sufrieron en otro tiempo y de las que les ha quedado un como
reflejo condicionado, porque en realidad hoy no tienen que temer. Sabemos qué
están en perfecta paz y comunión con la iglesia que en otro tiempo más bien fue
poco amistosa con ellas. Ahora son los “doctores” los que las quisieran llevar
a la hoguera. Pero no les harán nada. No pueden con ellas (Zilli Mánica,
1980, pág. 45) .
Nuestro autor se
pregunta:<< ¿Y quién tiene miedo ahora a las brujas?>> y se
responde que<< Nadie>>. Después explica que, al contrario, se les
quiere y respeta y en esta Atenas veracruzana[1]
–dice‒ son muchas las
personas que reciben sus beneficios porque sus curaciones y sortilegios sirven
para todo: lo mismo te libran de un mal aire que de la mujer entrometida que te
está quitando a tu marido. Enfermedades, decepciones, malas suegras –que
también las hay‒, borracheras
que no tienen para cuando, robos y desapariciones, quejidos y espantos en tu
casa, pero sobre todo mujeres, mujeres malas, que se atraviesan en el camino de
los hombres rectos y honorables a quienes nunca antes se les había sabido algo.
Son mil y una cosas de las que uno sufre y en las que ni el médico, ni el
abogado, ni el sacerdote moderno, ni nadie, te puede ayudar. ¿A quién va uno a
acudir? Pues al “Centro”, porque allí sin duda te darán alivio y hasta puede
que te comuniquen con seres ya de otro mundo porque la “señora” tiene poder en
el cielo y en la tierra y en cosas de corrientes y maleficios ella es una
experta (Zilli Mánica, 1980, pág. 46) .
Conviene abonar
recordando un caso en el cual, en el curso de una investigación, un fiscal
contrata a una de estas “señoras” para señalar el lugar donde se encontraba el
cadáver de un sujeto desaparecido y supuestamente asesinado. El asunto se
conoce como el caso de “La Paca”. Aunque finalmente el fiscal no quedó muy
satisfecho con los resultados, el dato abunda sobre aquello de que nuestras
brujas de hoy sirven para todo.
El discurso de emergencia
Puesto que se trajo el asunto al campo de
realidad actual, vale la pena preguntar: ¿Si las brujas, hoy en día no son
perseguidas, ya no hay perseguidos? El asunto es muy sofisticado, pues se
persigue y se lucha contra la “criminalidad organizada” por cualquier medio,
como se hacía en otro tiempo con las brujas. La persecución de hoy se
concretiza en un “varón feo, pobre y naco”, del cual se sospecha su pertenencia
al crimen organizado.
El discurso de
emergencia se actualiza: Se identifica algo dañoso que produzca miedo a la
gente; se refuerzan los miedos y los prejuicios a su respecto; se magnifica el
peligro hasta generar pánico social; se imputa el peligro a grupos vulnerables
considerados siempre inferiores y hasta subhumanos; se desautoriza y estigmatiza
a quien niega tales exageraciones e invenciones; se neutralizan los argumentos
de autoridad que provienen de su propia fuente; se presenta al poder de
castigar como el único medio para conjurar el peligro; se descalifica también a
quien niega esto; frente a la amenaza de un peligro público tan enorme que
puede hacer desaparecer la especie, muestran como razonable que el poder
punitivo se ejerza sin límites frente a ella, o sea, que surge un poder de
excepción sólo para estos casos; el último paso es convertir la excepción en
regla y cancelar los límites para todo el poder de castigar.
El contexto histórico (Zaffaroni, Alagia, & Slokar, 2005, págs.
200-202)
La explicación comienza por afirmar que la primera
aparición del discurso de emergencia tuvo lugar contra el diablo, que perdía
almas llevándolas a disentir con la autoridad (herejías), lo cual ocasionó un
debate sobre los poderes terrenales del demonio. El debate se cerró brutalmente
con una bula papal que consagró oficialmente un libro como manual inquisitorial
contra brujas, con un sofisticado desarrollo teórico, extenso y articulado. Fue
el Malleus Maleficarum o Martillo de las brujas, de 1484, escrito
por dos inquisidores fanáticos y alucinados: Heinrich Kraemer y James Sprenger.
Este libro no sólo funda el discurso legitimante de emergencia, sino también,
el del propio poder punitivo en la etapa de su consolidación definitiva.
Es la primera gran obra sistemática de derecho
penal integrado con la criminología, el proceso penal y la criminalística.
Llama poderosamente la atención el olvido en que posteriormente cayó el Malleus y la nula atención que le dedicaron
los penalistas y criminólogos.
Esto se explica porque el saber jurídico-penal
moderno ─que cubre al poder punitivo con los fines más excelsos─ no podía
mostrar como obra fundacional un trabajo que racionaliza crueldades increíbles sustentadas
en disparates. Tampoco podía reconocer su origen en un texto de repugnante
misoginia.
Reflexión
El
presente artículo está dedicado a destacar la profunda conciencia que se tiene
hoy día de la dignidad de la mujer y de sus derechos. Aunque en los hechos el
respeto a esa dignidad y a esos derechos se observe distante todavía, sobre
todo en nuestra región.
Bibliografía
Zaffaroni, E. R., Alagia, A., & Slokar, A. (2005). Manual
de Derecho Penal, Parte General. Buenos Aires: EDIAR.
Zilli Mánica, J. B. (1980). Día y Hora. Xalapa,
Veracruz, México: Editoriales San José.
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