Resumen
La
fortuna de coordinar una asignatura de la Maestría en Sistema Penal Acusatorio
y Adversarial dentro de la Universidad de Xalapa, Derechos Humanos en el Sistema Penal Acusatorio y Oral, la tercera
del primer cuatrimestre, colocó al autor de estas líneas en el aprieto de
encontrar la perspectiva para la reflexión y se arribó a la conclusión de que
ésta es [debe ser] universalizadora, concreta, situada, procesual, dialéctica y
no-disgregadora.
Justificación del curso
Permita
el lector narrar el inicio de un curso casi el empezar un año nuevo, el 2016
después del Cristo. Las cosas acaecieron más o menos de la siguiente manera: en
la primera sesión, sábado 9 de enero, se dieron algunos rodeos sobre el título
de la asignatura, se advirtió que a pesar de las apariencias nuestro curso no
se ubicaba en el campo de realidad que estudia
la filosofía del derecho sino el derecho constitucional y la política (por algo
la Ley Suprema del país se llama “Constitución política”). El punto de arranque
era no la pregunta sobre las causas últimas de los derechos humanos sino se
aceptaba que éstos eran “algo” es decir, se admitía su existencia, pero son –se
decía- algo que es debido a las mayorías
populares (Senet De Frutos, 1998) .
Luego,
se presentó el programa con la advertencia de que no se trataba de una “camisa
de fuerza” sino de una propuesta para a la consideración de la asamblea,
constituida ésta por un grupo de 23 alumnos interesados en aprender la práctica
del proceso penal acusatorio y oral. Al momento pasó por el pensamiento aquello de que todo es teoría (Sautu) o
aquello otro de que no existe nada más
práctico que una buena teoría, pero al respecto se guardó respetuoso
silencio.
En
cambio, y ante la percepción de lo anterior, se optó por saltar el primer punto
del programa e intentar tomar el toro por los cuernos, es decir, abordar de
plano el problema de los Derechos Humanos. Un problema que en principio se
plantea como cognoscitivo pero que el autor elegido para apoyar el estudio va a
fundirlo con el problema pragmático. Así pues, se puso la confianza en el
planteamiento de Ignacio Ellacuría, en la versión de Juan Antonio Senet de
Frutos, y se afirmó: “Abordar el tema de los Derechos Humanos es llegar a un ambiente
complejo y ambiguo.”
Se
explicó la complejidad con la afirmación de que en este problema confluyen
dimensiones estructurales y universales y las situaciones reales en las que los
hombres desarrollan sus vidas. Con esto bastó para desatar la primera discusión
del día, pues alguien entendió que se estaba negando la universalidad de los
derechos humanos. Más allá de los detalles de la discusión, quien esto escribe
emitió un suspiro de alivio pues se había iniciado con el curso con el pie
derecho al comenzar por el principio…por el principio de contradicción.
No
obstante, a la asamblea el hecho le pasó de humo, pues sus integrantes no se
percataron de que su profesor les había ubicado en el terreno que mejor convenía
para el éxito de la enseñanza/aprendizaje. Pero, conviene agregar que persistió
una preocupación, ya que aunque todos son licenciados en derecho, una buena
parte parecían “silenciados”, y, en el transcurso de la jornada no se pudo
conocer ni siquiera el tono de su voz.
Se
siguió adelante, ahora exponiendo la ambigüedad del problema de los derechos
humanos, pues el problema tiene la propensión a ser utilizado ideológicamente
al servicio no del hombre y sus derechos, sino de los intereses de unos u otros
grupos. Nueva discusión. Ahora versó sobre la posturas, poniendo en evidencia
las posibilidades del pensamiento ellacuriano, ya que quienes ejercían el poder
en el Salvador –su tierra adoptiva- en vida a Ignacio Ellacuría S.J. le
acusaron de “marxista” y de “comunista”. Quien diría que años después, en un
lugar lejano, y al interior del salón de clase, alguien afirmaría que su exposición
era de “izquierda”.
Se
dieron opiniones de lo más sabroso e interesante y también se observó que
dentro del grupo existen quienes defienden y defenderán su postura a capa y
espada. Ahora el profesor no sentía solamente alivio sino que estaba invadido
por el entusiasmo, pues quien es capaz de expresar su posición es capaz de
emitir una pro-posición. La diferencia respecto de primera controversia es que
lo segundo no les pasó desapercibido a los alumnos y que si algunos siguieron
callados fue para no dar color, pues en cada mini debate hicieron acto de
presencia el azul, el amarillo y el tricolor.
Había
que dar un paso más y se dio, aseverando que los derechos humanos son una
deuda: “algo debido”. Derechos Humanos es algo que de alguna forma es ‘derecho’
(algo que es debido y exigible, y que a
la vez afecta radicalmente al hombre por ser hombre). Se trata de algo debido
cuya carencia o disfrute condiciona seriamente el propio desarrollo humano.
Fue
todo un espectáculo observar en los ojos de algunos alumnos la alegría del
despertar de los ideales de justicia que en su corazón se hallaban adormecidos
y también en los ojos de algunos otros, los avejentados antes de cumplir
siquiera treinta años, la tristeza de haber claudicado. No era el momento
oportuno, pero, a estos últimos, se les quería recitar el poema conocido de
Mario Benedetti, aquel hermoso poema de amistad:
No
te rindas
|
No te rindas,
aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el
viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños
porque la vida es tuya y tuyo también el
deseo,
porque lo has querido y porque te quiero,
porque existe el vino y el amor, es cierto;
porque no hay heridas que no cure el
tiempo.
Abrir las puertas,
quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa,
ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el
viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños
porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento;
porque no estás solo, porque yo te quiero.
|
No obstante, la justificación
del curso no podía concluir en la poesía, había que enunciar el principio
paradigmático del curso y se aseveró que los derechos humanos pueden y deben
alcanzar una perspectiva y una validez universal. Aquí, sin dar oportunidad a
otra discusión, el tiempo ya no lo permitía, se agregó: Para que esta
universalización pueda ser correcta y realizable es necesario contextualizar la
reflexión desde una triple cuestión: ¿Desde dónde se consideran? ¿Para quién se
proclaman? ¿Para qué se proclaman?
Había quedado establecido,
aunque no en claro, que el eje de las respuestas estaba constituido por
las mayorías populares y los pueblos oprimidos. De aquí que se recogiera la pregunta
y la respuesta del autor elegido: ¿Qué son estas mayorías populares y pueblos
oprimidos que están dinamizando la pregunta teórica y la dirección ética y
práctica de la misma?
Son aquellas mayorías de la
humanidad que vive en niveles que apenas puede satisfacer las necesidades
básicas fundamentales. (Se afirmó también que algunas necesidades elementales o
primordiales son por ejemplo: alimento, vestido, vivienda, salud, descanso.
Una segunda característica
de las mayorías populares se hizo radicar en aquellas mayorías que no están en
condición de desposeídas por leyes naturales o por desidia personal o grupal
sino por ordenamientos sociales históricos que les han situado en posición
estrictamente privativa y no meramente carencial de lo que le es debido. (Justo
es reconocer que aquí no se pudo evitar otro mini debate sobre el hecho de que
en las sociedades humanas sí había quienes se encontraban en condiciones
deplorables por desidiosos).
Finalmente una tercera
característica, aquellas mayorías que no solo llevan un nivel material de vida
que no les permite un suficiente desarrollo humano y que no gozan de manera
equitativa de los recursos hoy disponibles en la humanidad, sino que se
encuentran marginados frente a unas minorías elitistas, que siendo la menor
parte de la humanidad utilizan en su provecho inmediato la mayor parte de los
recursos disponibles (Zaffaroni, 2003) .
A manera de conclusión
La posición del profesor
sobre los Derechos Humanos se le dio a conocer a los alumnos mediante la
lectura de un documento de su autoría. Por los comentarios que suscitó dicha
lectura, el profesor pudo caer en la cuenta de que durante el desenvolvimiento
del curso no se le separaría del pensamiento de Ignacio Ellacuría, aunque haya
serias y notables diferencias, pero estos son los gajes del oficio de la
docencia.
Bibliografía
Senet De Frutos, J. A. (1998). Ellacuría
y los Derechos Humanos. Bilbao: Editorial Desclée de Brouer, S. A.
Zaffaroni,
E. R. (2003). Criminología. Aproximación desde un margen. Bogotá:
Editorial Temis.
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